GIGANTES descalzos

En la ciudad de Playa del Carmen, Quintana Roo el Subcomandante Insurgente Marcos contó a todos los asistentes una historia del pueblo Maya al recordar a la Comandanta Ramona quien murió recientemente.

Recordó que hace años en los tiempos que se preparaba el trabajo en los altos de Chiapas para el levantamiento armado a él le tocó visitar varias comunidades en compañía de Ramona. La Comandanta era quien guiaba su paso. Ella chaparrita y descalza, caminaba con paso firme y sin equivocarse jamás en el rumbo correcto para llegar al destino previsto entre veredas formadas al andar. Marcos con mayor estatura pero torpe en el andar no le quedaba otra alternativa mas que seguir las huellas de las pisadas de Ramona para no perderse. Después de llevar un buen tiempo de marcha el ahora conocido como el Delegado Zero se percató que él no dejaba huella sobre la tierra y que por el contrario la huella de Ramona siempre aparecía aún en las partes del camino donde la tierra era firme y dura. Entonces fue cuando le preguntó a Ramona cómo era posible que él siendo más grande y con botas militares no dejara huellas mientras que ella bajita y descalza siempre dejaba marcado su caminar. Ella simplemente le respondió “de por sí siempre ha sido así”.
El Subcomandante días después cuestionó al viejo Antonio, uno de los ancianos mas venerados entre los zapatistas, el porqué de lo de las huellas y de la respuesta de Ramona. El viejo Antonio le explicó a Marcos contándole un relato maya.

El viejo Antonio comentó que al principio de la construcción del mundo los dioses se preocuparon por que los primeros pobladores de la tierra tuvieran guías que les mostraran siempre el camino adecuado. Por lo que hicieron entonces a hombres y a mujeres gigantes de varios metros de altura que sirvieran de guías y que al caminar por la tierra los habitantes los pudieran ver sin dificultad y los pudieran seguir. Fue así como los pequeños pobladores chaparritos y morenos, como siempre han sido los primeros habitantes de estas tierras, seguían a aquellos gigantes que los dioses les habían mandado y a los cuales podían ver a kilómetros de distancia.

Al paso del tiempo sucedió que el gran tamaño de esos hombres y mujeres, elegidos por los dioses para ser la guía de los pueblos, comenzó a provocar la envidia de los pobladores que eran muy pequeños. Se armó una sublevación  de los habitantes protestando que como era posible que ellos fueran tan chiquitos y existieran seres tan altos.

Fue entonces como los dioses tomaron de nuevo cartas en el asunto y decidieron que para evitar las confrontaciones y las envidias necesitaban que todo fuera parejo. Es decir, que todos tuvieran el mismo tamaño. Entonces lo que hicieron fue cortar a los guías en pedacitos para hacerlos de la misma estatura  que el resto de los pobladores. Así fue como todos los habitantes tenían el mismo tamaño con la diferencia que entre ellos había unos seres que seguían siendo los guías y los gigantes. De corta estatura pero con la sabiduría y el gran peso de un gigante.

El viejo Antonio explicó a Marcos que la forma de diferenciar a estos enviados de los dioses del resto de los mortales era que los gigantes dejaban huella. Ya que, aunque su apariencia era como la de los demás, sobre las plantas de sus pies cargaban todo el peso de los que son destinados a guiar a su pueblo, de los destinados a dejar huella en la vida, de los que van al frente poniéndolo todo por la defensa de su gente.
El Viejo Antonio le dijo al Subcomandante que si alguna vez necesitaba conocer si se puede confiar en alguien, si se le puede seguir, se fijara si deja huella al caminar. Si lo hace puedes seguirlo, le confió.

Es así como Marcos entendió del porque Ramona dejaba huellas al caminar. Ella era una gigante.

Pero la historia no termina ahí. Sucede que los dioses se enfrentaron con otro problema. Les preocupaba lo que sucedería al morir uno de los gigantes. Porque aunque pequeños en su complexión no podrían enterrarlos como a lo demás debido al gran peso que tenían debido a su grandeza. Si intentaran sepultarlos como al común de los habitantes su  cajón  no se podría sostener en su lugar ya que se hundiría en la tierra cada vez mas hasta desaparecer.

Fue entonces cuando, explicó Marcos en Playa del Carmen, los dioses encontraron la solución para el entierro a la muerte de los gigantes, de los guías, de quienes están destinados por los dioses para entregar su vida por la causa de su pueblo, de los hombres y mujeres de mente y corazón grandes. La solución era enterrarlos debajo de una Ceiba.

Es así como desde el principio del mundo la Ceiba es el sitio destinado para el descanso de los gigantes que guían los pasos de los pueblos. Ésta los envuelve con sus raíces y crece inmensamente junto con la grandeza del gigante.

Ramona esta enterrada bajo una Ceiba, concluyó su relato Marcos.



Sigamos a los gigantes! Seamos gigantes descalzos en el camino del servir.

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